miércoles, 16 de agosto de 2017

Pierre et Gilles

Jean Cocteau "L´ Adieu aux fusiliers marins" Discurs du grand sommeil, 1920
"Adiós Marineros, inocentes adoradores del viento"

Aunque la primera obra de Pierre et Gilles data de hace casi tres décadas, durante este período no se aprecia ningún cambio estilístico radical, algo realmente digno de mención. Puede que la única excepción sea una colección presentada recientemente, Exils intérieurs, en la que esta pareja de artistas se adentra en un territorio que en absoluto puede considerarse abstracto pero que sin duda presenta menos rasgos claramente narrativos y figurativos. Sus estrategias formales parecen haber encontrado su espacio natural en los años setenta del siglo XX, algo que la imagen icónica Adam et Ëve (1981) no puede sino confirmar. Lo mismo cabe decir de su inmutable técnica, en la que parecen sentirse tan cómodos: Pierre hace fotografía y Giles las colorea. El impacto de la tecnología de la información no ha tenido el mínimo efecto en una obra que se ha mantenido alejada de las facilidades del retoque digital o de las posibilidades de duplicación que ofrece la informática. Las nuevas imágenes se suceden a un ritmo constante, sin prisa y, junto con las antiguas, confirman un corpus homogéneo desde el punto de vista estilístico y formal. En su caso, nunca ha habido una época rosa seguida de una época azul.
Y en este flujo continuo resulta imposible trazar una sucesión de temas distintos, en la que cada uno de estos nacería de una decisión arbitraria e inspiraría un punto de seducción o compulsión en la fantasía del espectador. Al contrario, la sofisticación y la complejidad de su imaginación gira en torno a un amplio repertorio de temas temporales que a menudo están íntimamente ligados: el amor, la muerte, la mitología y la religión. Las imágenes que nos proponen son instantáneas de unas escenas construidas meticulosamente y fruto de una prolongada meditación. Así, no deberían sorprendernos que el mar desempeñe un papel tan relevante en su arte, un papel que resume el potencial romántico de sus temas. Sus imágenes, tanto las mas antiguas como las mas recientes, están pobladas por una extravagante serie de marineros.
Paradójicamente, los recuerdos de viaje devoran el viaje imaginario que evocan. Del mismo modo, las imágenes de Pierre et Gilles permiten al espectador dejarse llevar a la deriva por las corrientes de la ensoñación. En este viaje no se necesita brújula, únicamente imágenes recurrentes que provienen de fuentes tan privilegiadas como Querrelle de Brest, de Jean Genet; su adaptación cinematográfica, firmada por Rainer Wenner Fassbinder (1982) y 20.000 leguas de viaje submarino, de Verne. Esta ultima novela inspiro una de sus propuestas mas recientes, Capitaine Nemo (2004), con su recreación del submarino Nautilos. Roland Barthes dice al respecto: "El barco puede simbolizar la partida y a un nivel mas profundo, funciona como el emblema del enclaustramiento. Tener inclinación por los barcos siempre implica la alegría de encerrarse por completo en un entorno en el que se tenga a mano el mayor numero posible de objetos." Barthes continua de este modo: "el Nautilos es la madriguera mas deseable: la felicidad de estar encerrado alcanza su paroxismo cuando desde lo mas profundo de este recogimiento perfecto es posible observar a través de una enorme escotilla la inmensidad del agua que hay al otro lado, de manera que se consigue definir en una única imagen el interior mediante su opuesto".
Las imágenes de Pierre et Gilles se crean en un estudio situado en el sótano de su casa, con lo que logra inferir vida física en los confines del espacio en el que posan los modelos. El batiscafo sobre el que disertaba Barthes constituye una extraña metáfora de este tema: rodeado de una enorme cantidad de elementos iconograficos cuidadosamente recopilados, el protagonista se ve confiado en un interior en el que el contrario define el mundo exterior.
El marinero, al igual que el espectador, debe estar preparado para la aventura, listo para navegar por los siete mares y para descubrir tierras desconocidas que pueden saberle a Paraíso. Debe considerar con sangre fría la posibilidad de un naufragio y la corporalidad azarosa de las encuentros que se produzcan durante las escalas. Es una ficción que no destila únicamente crueldad sino también liberación: La vida del marinero combina la resinación y la nostalgia por lo que ha abandonado con la promesa de lo que pueda descubrir al final del viaje. Comparte su soledad con criaturas inesperadas que conjugan la belleza con la crueldad, como la Marlene Dietrich de El ángel azul que aparece en Au Bar de la marine (2001)
En la trayectoria de Pierre et Gilles, la figura del marinero desempeña otra función clara: es el reflejo del espectador, que debe aventurarse en la apreciación de la obra de arte sin ninguna garantía de llega a buen puerto ni certeza alguna de alcanzar la distante orilla, viajando con la convicción de que el viaje es el objetivo.

Roland Barhes, mitologias, 1957.


1 comentario:

  1. ok! Chequeen calidad de subida del video a youtube. Que diseño están pensando para la mesa?

    ResponderEliminar

Orum Instalacion entrega pav1